La toxina botulínica para el bruxismo se aplica mediante pequeñas inyecciones en los músculos encargados de mover la mandíbula. Esto consigue disminuir los movimientos involuntarios sin afectar a la capacidad de masticación. Así, el músculo no se ve sometido a la presión constante y consigue aliviar las molestias derivadas.
La toxina botulínica para el bruxismo es una solución que permite reducir las contracciones inconscientes de la mandíbula y mejorar, así, nuestra salud.